Iruya es un pueblo chico que queda en medio de la montaña. Y por esta misma razón el pueblo está en pendiente. Para nuestro entrenamiento (y no porque era lo más barato que conseguimos) nos quedamos en el hospedaje de Clarisa, que queda en l aparte alta del pueblo. Tuvimos que caminar 300 metros por una calle de piedra con una pendiente de 60 grados aprox y con las mochilas y el carrito! Tres veces tuvimos que parar a descansar.
Las construcciones también son de materiales sacados de la naturaleza, aunque se nota que el turismo está haciendo efecto: ya hay construcciones más modernas que desentonan y afean el lugar. Igualmente no pueden opacar lo majestuoso de las montañas, los colores, las nubes y la gente.
Vimos un torneo de fútbol. Entrenado hay que estar para correr a esa altura! San Isidro contra Iruya: Empate 1 a 1. Mucho pelotazo, mucha patada, poco fútbol.
El segundo día, decidimos ir a San Isidro. Si Iruya parece un pueblo en medio de la nada, San Isidro lo supera. Para llegar hay que caminar por un sendero hasta la desembocadura del río homónimo en el río Iruya. Desde ahí hay que subir por el lecho, río arriba. No es muy difícil, pero la pendiente es constante y como son de 2 a 3 hs de caminata es cansador. El lecho baja por un valle, pero al llegar al pueblo el valle se transforma en un cañón. El pueblo está arriba por ende para llegar hay que subir por una escalera de piedra bastante alta. El pueblo en sí es muy pintoresco. Calles angostas, con piso y paredes de piedra. Parece un laberinto, con caminitos que suben y bajan sin orden alguno. No debió ser nada fácil construir en la montaña. Las casas están ubicadas donde se puede, no donde se quiere. Y se pueden ver algunas más arriba en la montaña, bastante lejos para subir y bajar todos los días. Lo más llamativo igualmente es la gente. Físicamente son muy diferentes. Particularmente, los ojos y la mirada fue lo que más me llama la atención. Tienen una capa acuosa brillante que les da una mirada de locos. Además, cuando te acercas ellos reculan. Nos dijeron que son muy tímidos y vergonzosos pero llega un punto que parecen hostiles. Sólo parecen, si te quedás unos días en el lugar te tratan muy bien.